Si hay un momento que muchos padres y madres temen es éste: comunicarle a los niños que han decidido separarse. La comunicación acerca del divorcio es una de las primeras tareas a las que nos tenemos que enfrentar en esos momentos. Hasta en aquellos casos en que la relación es cordial entre los progenitores, encontramos que la mayoría de los niños y niñas, extraordinariamente sensibles a las emociones de sus padres, ya han percibido que algo se avecinaba. en otros casos, la noticia puede pillarlos por sorpresa. ¡Ojo! y en algunos, también puede significar el alivio de creer que sus padres van a dejar de hacerse daño, aunque sepamos que el divorcio no siempre es el fin de los problemas, pero de ello hablaremos en otro momento.
En cualquier caso, es un paso que unos y otros deben dar.
Como madre y como profesional me decantaría por algunas ideas a tener en cuenta que me parecen fundamentales y creo que pueden ayudarte si estás a punto de dar este paso. Y si ya lo has dado, pero te has dejado cosas en el tintero, también puede ayudarte. Nada de lo que diga a continuación es exclusivamente para padres o para madres. Son ideas para ambos progenitores sin excepción:
Sé refugio para tus hijos/as.
En un momento tan crucial, de tantos cambios, donde ellos también deberán hacer sus propias transiciones, no te olvides de ser el puerto seguro donde refugiarse. Sé que no es fácil: en ocasiones nosotros mismos no hemos asumido aún la ruptura, o no la hemos deseado. Quizá parezca que las preocupaciones laborales, económicas o de viviendo son tan grandes, que minimicemos las pequeñas o grandes preocupaciones de nuestros niños/as. Su mundo está cambiando: sé tú su guía, quien les abrace, quien les responda a sus preguntas, quien les asegure que siempre les vas a querer.

Busca el momento y el lugar ideal para comunicárselo.
Yo no puedo asegurarte que ese momento sea la comida del domingo o la cena del viernes. No sé si será a la salida de la piscina o cuando terminéis de jugar una partida a Catán. Vosotros conocéis a vuestros hijos/as y escogeréis el momento y el lugar ideal. Posiblemente un lugar tranquilo donde podáis hablar sea lo más oportuno, vuestra propia casa, por ejemplo, o al menos un lugar sin demasiadas distracciones o gente alrededor. El momento… que no sea después de que lo sepa el resto de la familia extensa y los amigos: eso puede hacer que se enteren por los demás y no por vosotros. Es su vida la que va a cambiar radicalmente a pesar de todos los ajustes que os esforcéis en dar, así que tienen derecho a saberlo cuando la decisión ya esté tomada y sea firme. Por supuesto, es imprescindible tener en cuenta que no es lo mismo comunicárselo a un adolescente que a un niño de 7 años o a uno de 3. Así mismo habría que tener en cuenta el momento en que se va a producir la separación física. Un adolescente puede entender que falte un mes para que encontréis una casa nueva y de momentos habéis decidido seguir la convivencia aunque estéis tramitando el divorcio. Pero un niño pequeño no lo entendería, le crearíais falsas expectativas o simplemente se olvidaría de lo que hablasteis aquella tarde hace tanto tiempo… Así que en cuanto vayáis a implementar los primeros cambios que le afecten, hablad.

Juntos, si es posible, siempre juntos.
Ambos deseáis lo mejor para vuestros hijos/as, así que el momento de hablar con ellos/as es de ambos progenitores. Y, salvo saltos de edad muy elevados, hacedlo con todos los hijos/as simultáneamente. Es posible que por las diferencias de edad queramos hablar por separado con ellos. Sin embargo, es más útil que lo hagamos a la vez y les ofrezcamos la posibilidad de seguir respondiendo al resto de sus preguntas por separado. Así los hermanos mayores también sabrán qué se les ha dicho a sus hermanos pequeños. Cuando hay hermanos, es frecuente que se «utilicen» como fuente de información. El adolescente puede tener que clarificar algunos aspectos que el peque le pregunte, pro ejemplo.

«No eres el culpable»
Hasta en la familia mejor avenida, es factible encontrar momentos en que papá y mamá no están de acuerdo: «no le obligues a comer todo eso al niño»; «déjale que que escoja su propia ropa»; «por qué no va ya al baño, siempre le dejas un poco más de los dibujos… , te toma el pelo» o mil y una cuestiones diarias o más transcendentales: ese colegio sí, ese no; religión sí, o no; esos amigos sí o no; y mil un motivos… Posiblemente nuestros hijo/a nos haya oído discutir en más de una ocasión sobre él, sobre su crianza o en torno a sus actividades y actos… Es difícil que nos crea si no somos muy convincentes. Que Papá y Mamá no sean capaces de negociar o de ponerse de acuerdo o de tomar decisiones consensuadas evidentemente no es cosa de ellos, pero eso no evita que los niños lo piensen. Ponte en su lugar y déjaselo claro una y mil veces.
Planificad qué queréis contar.
Este puede ser un punto controvertido del asunto. Hace unos meses me preguntaba una madre: «Siempre le he dicho la verdad a mis hijos. ¿Por qué les voy a ocultar ahora que su padre nos ha abandonado y se ha ido con otra?» Yo le devolví una pregunta: «lo que les vas a contar ¿responde a una necesidad de tus hijos o responde a tu propia necesidad de contar?» Y esa es la clave, cuando decidamos qué contar debemos responder a lo que los niños y niñas necesitan, no a nuestros deseos, no a nuestras emociones (de rabia, de tristeza, de enfado, de venganza, …) Debemos ser sinceros y directos y dar una simple razón para el divorcio: quizá Papá y Mamá no somos felices viviendo juntos y creemos que todos vamos a ser más felices si vivimos en casas separadas. Nuestros hijos/as no necesitan culpables, sí progenitores responsables que les aseguren que siempre les van a querer, que siempre van a estar disponibles para ellos, que confían en que, pese a los cambios y a que la primera etapa puede ser dura, están dispuestos a hacer lo posible y lo imposible para que todos ellos sean más felices. (Sí, ya sé que puede que me estés leyendo y esta situación no responda a lo que estás viviendo en tu divorcio. Hablaremos de ello en otra ocasión y adaptaremos nuestro discurso a la realidad, lo máximo posible, sin dar más información que la que necesitan en ese momento).
Adáptate a su realidad.
Ten en cuenta su momento, su edad, sus necesidades. Mayores y pequeños estarán muy interesados en los cambios que se producirán en sus vidas: los más pequeños se preocuparán expresamente por quién les va a cuidar, quién les llevará al fútbol, quién hará la comida o quién les va a acostar (pensad que mientras vivíais juntos, las responsabilidades parentales podían estar repartidas y siempre era uno el que hacía esa tarea con ellos). qué pasará con sus cosas, y con su mascota, dónde va a vivir Papá o Mamá cuando no esté conmigo. A los mayores les preocuparán también sus amigos: qué decirles, o qué cambios habrá en sus fines de semanas, en sus competiciones, cómo va a afectar la separación en su día a día… incluso pueden preguntar cuestiones que no les correspondan o que no queráis comentar en ese momento con ellos sobre motivos del divorcio o simplemente por qué les hacéis eso a ellos cuando su vida era tranquila… A vosotros os tocará clarificar y escoger respuestas. Los hijos e hijas tienen derecho a saber qué sucederá o qué cambios se producirán, pero no tienen por qué saberlo absolutamente todo.
Este momento no es el final.
Habrá críos que después de vuestras primeras palabras quieran desconectar y se den media vuelta para seguir a la play o a leer un libro. Habrá quién llore, quién se quede inmune, quién no te diga nada, quién se muestre nervioso… Las reacciones de los niños, niñas y adolescentes pueden ser diversas. Os tocará estar muy atentos a ambos en los próximos días y semanas (años también pero de nuevo, ese es otro tema). Tendréis que ir respondiendo sus preguntas a medida que se presenten, clarificando la información del primer día, completándola, dándoles espacio y tiempo para que os pregunten lo que desean. Buscad ratos a solas con cada uno de ellos y estad muy disponibles. Pensad además que vosotros tuvisteis tiempo para preparar esta comunicación. Sus preguntas pueden tardar en surgir, animadles a expresar sus emociones y sus dudas, incluso aunque os cueste a vosotros manejarlas. Creareis un clima de confianza que será básico en vuestro día a día.

Sois una familia, incluso aunque viváis en casas diferentes.
Sabemos que son muchas las circunstancias que llevan a una separación, así que es posible que no sintáis que este es vuestro caso. Pero tened en cuenta que para muchos niños y niñas sí lo es: Papá y Mamá, y sus hermanos si los hay, conforman su dibujo familiar. Rescatad todo lo positivo que podáis transmitirle a vuestros hijos/as: vuestro amor, vuestro tiempo, vuestro cuidados, vuestra disposición a estar ahí para ellos/as.
¿Qué otras ideas importantes añadirías a este tema?
¿Qué preguntas te han plateado los niños que no supiste responder al momento o que al menos te plantearon alguna dificultad?
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