Llevan niños, niñas y adolescentes – como el resto de la población, en mayor o menor medida- un mes sin acudir a sus centros de estudio. Durante este mes se revolucionaron los sistemas de aprendizaje, las escuelas, los profesores y los padres y madres. Pero la revolución no fue para cambiar el sistema, eso que llevamos años reclamando. No. Se revolucionaron por diferentes motivos.
- ¡A ver si ahora los niños/as van a perder el curso!
- ¿Y qué hacen aburridos tantas horas en casa?
- ¿Qué hacemos con el alumnado de segundo de bachiller y su acceso a la Universidad?
- ¿Cómo dar las clases si no todos tienen medios para ello? Empezando por los profes, que también tienen que manejarse con los recursos que hay en casa, su trabajo y las tareas de sus propios hijos, y, por tanto, no es lo mismo si hay un ordenador en casa, que cuatro…
- ¿Y la conexión a Internet? Porque no es lo mismo la necesidad de la red para un día que para el ritmo de trabajo de uno o dos adultos que pueden estar teletrabajando y el de uno, dos, tres niños… conectados a clases on line, o bajando deberes o realizando trabajos…
- Pues yo añado… ¿cómo conjugamos el discurso de límites de pantallas con las tareas que exigen horas de pantallas?
- ¿Qué hacemos con los niños/as que se quedan solos en casa mientras sus padres trabajan?
- ¿O con los que no tienen suficientes materiales para hacer determinadas tareas?
- ¿O con los que no cuentan con el apoyo de un padre o una madre cansados, preocupados, agobiados o sin recursos para apoyar determinadas tareas escolares…?
- ¿Y con los que el colegio era su único lugar seguro y estable? ¿O el profe su único adulto de referencia?
Podríamos seguir y seguir buscando problemas, que los hay, para lo que le está sucediendo a muchas familias, niños, niñas y adolescentes en estas semanas. A mí me preocupa sobre todo cómo se están atendiendo las necesidades emocionales de tantos y tantos críos… porque digan lo que digan y pretendan algunos con las rutinas escolares o las que sean, esto NO es una situación normal. Ni ellos ni nosotros estamos acostumbrados a estar confinados tanto tiempo, y para ellos ya es todo un reto no poder estar con sus amigos, correr en el parque, practicar sus deportes favoritos o whatsappear con sus amigos sentados en un banco o sacarse fotos para Instagram en nuevos escenarios. No entro ya a preguntar si a los profesores se les ha escuchado y pedido opinión en las tomas de decisiones que se están haciendo. Y no digo ya a los niños, niñas y adolescentes, que de nuevo pasarán de ser sujetos de derechos a receptores de las medidas que se tomen en despachos.
Lo que sí tengo claro es que, para aquellos que proponen alargar el confinamiento de los niños, en vez de en casa en la escuelas, yo propongo formación y clases para ellos:
- para aprender cuál puede ser el papel de los profes si esto vuelve a pasar;
- para aprender nuevas técnicas que ayuden a las familias a acompañar el aprendizaje de sus hijos en casa, con las herramientas que hay en casa y con las mil situaciones de aprendizaje que se podrían aprovechar en los hogares;
- para que los profesionales (trabajadores y educadores sociales no sólo maestros) sepan detectar necesidades de niños, niñas, adolescentes y familias, ojo, que las estudiamos todos en la universidad y parece que se nos han olvidado.
- para que como profesionales competentes reclamemos recursos donde hay que ponerlos y protestemos ante las políticas que se ceban en los más débiles y trabajemos en la calle con la realidad de la gente y no con los cuatro datos que mueven en los despachos.
Mientras haya un solo niño, niña o adolescente en este país castigado a no salir y a hacer horas de deberes a veces solo, porque hay padres y madres que están trabajando, o a través del único móvil que tiene conexión en casa, ni por asomo se me ocurriría apoyar la idea de alargar un curso escolar con un sistema de enseñanza así.
Y no me callo solo porque haya algunos colegios y profesores más sensatos o porque nosotros estemos mejor que otros, que al fin y al cabo somos privilegiados. Seguiré protestando mientras no se pongan a idear cómo llevar internet a todos los hogares dónde podríamos tener que volver a vivir algo así en otro momento; mientras no gasten recursos en dotar de nuevas enseñanzas a los profesores y en cambiar el sistema educativo; mientras no estén pensando en actividades de ocio y tiempo libre de verdad para cubrir todas las posibles eventualidades que puedan darse en verano, que también habrá que pensar en ello… me encantaría pensar que no estamos tirando dinero inútil en pagar salarios a políticos y gestores, quiero que se pongan las pilas y estén a la altura de miras de lo que se les pide.
¿De verdad alguien es capaz de lanzar propuestas así pensando que los niños y niñas están de vacaciones ahora? ¿Cómo lo ves tú?
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